Story Dance 1: La lectora de cuentos. (ENERO 2020).

Concepto:
Interpretación de una canción de pop oriental actual del solista Ragheb Alama que nos trae un testimonio amoroso con tono de confidencia y ruego, secundado por un coro también masculino con la clásica construcción de frase-respuesta a lo largo de ricas “variaciones sobre el mismo tema”:  la melodía no cambia, pero sí lo hará la orquestación de la misma. El escenario deja ver a una lectora en soledad, lee un libro gordo bajo una pequeña lámpara. Está semi-tumbada (una maja vestida oriental). Viste varias capas y accesorios de color violeta, el color de la mujer y también de la espiritualidad y la intuición.

La canción da vida a una lectora contemporánea (actual) de narrativa. En este caso se trata de un cuento de las Mil y una Noches. La pieza se construye sobre el despliegue de dos opuestos: soledad versus compañía de grupo, un grupo que comprende, que acompaña, que alerta pero también censura y realidad (tiempo presente) sobre ficción (tiempo simbólico o desiderativo).La lectora, inmersa en la narratio, ve la historia y pasa (mágicamente) a interpretarla; es el mismo cuerpo el que participa de la mera evolución musical describiéndola y también, a ratos, protagonizando el drama que el solista describe: él quiere ir hacia un lado, ansía ir al objeto amado, al menos emprender el camino hacia esa dirección, pero no puede pues algo o alguien se lo impiden.

La lectora, así, recorre el escenario acompañando a la música de manera descriptiva a ratos (desplazamientos, posicionamientos) y de manera dramática otras (gestos, giros) hasta llegar al final del cuento, se toma el centro del escenario, se cierra el libro y la lectora-intérprete se aparta de la historia (el diagonal, arriba a la derecha el libro y abajo a la izquierda su mirada) puesto que NO es suya.

La canción ofrece un final abierto, no claro o quizá cerrado, pero no feliz, se toma una decisión, pero ésta no supone un desenlace pleno en el sentido de satisfacer la nostalgia o de haber vencido el miedo que separaba al solista de la misma. Se trata por un lado de una narración entre muchas otras (Las mil y una Noches como símbolo del cuento) y por otro de un protagonista ramplón, mundano, enmarcado más en la línea del anti-héroe tan presente en nuestra literatura y cine actual.

Inspiración:
Esta pieza recrea el momento en que cualquiera de nosotros habla a sus amigos sobre su amor, con un gran despliegue “dramático” de descripciones y ejemplos buscando su inmediata empatía. Este desahogo no lleva a ningún cambio en la historia. Es un guiño a nuestra propia capacidad dramática -si tomamos cierta distancia sobre ello, resulta cómico cómo hablamos mal de la persona a la que amamos y resulta lamentable la inutilidad de nuestra mente obsesiva en modo queja- y un homenaje a la buena literatura y al arte como gran vehículo universal de nuestras humanas emociones.

Según Bruno Bettelheim (El psicoanálisis de los cuentos de hadas, pp. 126-127) de entre las diversas crisis de desarrollo, los cuentos tradicionales pueden agruparse en los que tratan la crisis relativa a la integración de la personalidad y lo que tratan el complejo de Edipo. Para él, los cuentos orientales, y coloca a las Mil y una noches como marco de referencia de los mismos, se centran en la primera de estas cuestiones: “Dadas las tendencias contradictorias que encontramos en nuestro interior, ¿ante cuáles hemos de reaccionar? La respuesta que nos dan los cuentos de hadas es la misma que nos da el psicoanálisis: para evitar que nuestras ambivalencias nos arrastren y, en casos extremos, nos destrocen, es necesario que las integremos. Solo de esta manera podremos conseguir una personalidad unificada, capaz de encontrarse, con éxito y seguridad interna, a las dificultades de la vida. La integración interna no es algo que se consiga de una vez por todas; es una empresa que cada uno debe afrontar, aunque de formas y niveles distintos. Los cuentos de hadas no presentan esta integración como un esfuerzo que dura toda la vida; esto sería descorazonador para el niño, que encuentra graves dificultades incluso para conseguir la unificación temporal de sus ambivalencias. En cambio, cada cuento proyecta, en su final “feliz”, la integración de algún conflicto interno. Puesto que hay innumerables cuentos de hadas y cada uno de ellos tiene una forma de conflicto básico como tema, estas historias demuestran, con su combinación, que en la vida nos enfrentamos a muchos problemas que deben resolverse cada uno en su momento.”

Técnica:
Danza oriental estilizada. Danza clásica india, parte abhinaya o de expresión teatralizada de emociones. Danza-terapia (ejercicio enunciando “te quiero pero no”).

Silvia Farida Khan

Silvia Farida Khan, es el nombre artístico de Silvia Pascual, especialista bailarina y coreaografa de Danza Oriental.

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