Movimiento y receso

De pequeña escribía poesía; pasé de la rima al verso libre y del relato breve a la prosa poética. Cuando tocó elegir carrera, me decanté por la historia del pensamiento. Algo debió perdurar de aquello cuando en Filosofía terminaban por tildarme de demasiado literaria; me tomé la revancha estudiando Literatura Comparada, donde no tardaron en tacharme de analítica.

Musical como Mamá, leía y me zambullía en el tono de los textos. Cuando empecé a bailar, me decían que era muy narrativa; para el mundo del teatro resultaba corpórea. Ahora bailo feliz entre mis libros.

Si se me permite el chiste, Papá me regaló las obras completas de Freud, ese concienzudo lector y creativo escritor que sigo releyendo. En el “Moisés” de Miguel Ángel, describe la postura del cuerpo del profeta y elucubra sobre el momento al que pudo pertenecer en términos de acción, contraponiéndolo al relato bíblico y proporcionado hipótesis de otros autores al respecto.

Se trata de un inmenso mármol que muestra a un Moisés casi frontal, pero con la cabeza girada y una aglomerada musculatura que da lugar a numerosas interpretaciones, desde las más materialistas (respondía a escasez de material o a una determinada entrada de luz en el espacio original) a las más sesudas que apuntan a un posible mensaje vedado a modo de contraejemplo o advertencia moral (la escultura no deja de formar parte de un conjunto artístico que decora la tumba del Papa Julio II).

Lo explica Claudia Farini: “según esta lectura, Miguel Ángel se habría tomado una libertad considerable, retratando a un hombre muy distinto del descrito en la Biblia, que, por el contrario, da rienda suelta a su ira y destruye el precioso don de Dios. Particularmente interesante es la forma en que Freud argumenta su tesis: la conducta virtuosa adoptada por el Moisés nacido de la imaginación de Miguel Ángel pretendía servir de reprimenda al difunto Julio II y de advertencia al propio artista, que compartía el carácter impetuoso del pontífice.i

Que el propio Miguel Ángel retomara y modificara la obra varios años después, da a entender que ésta se había ido cobrando de sentido para él mismo a lo largo del tiempo. Y que el propio Freud la visitara en varias ocasiones, embriagado del misterio, indica también que hay algo especial y enigmático en ese inerte cuerpo.

Lo interesante aquí es que explica un viraje de intención -se dispone a arrojar las tablas de la ley, pero se retracta y no lo hace- que convierte a la estatua en la efigie de un amago de movimiento.

“Miguel Ángel ha elegido el instante de la última vacilación.”ii

Así el autor del psicoanálisis nos sumerge durante varias páginas en un vals entre voluntad, sosiego y pausa, en una sucesión de movimientos, algunos solo sugeridos, otros paralizados o incluso cumplidos y termina por preguntarse si el escultor logró plasmar tal proceso: “Quizá en el Moisés no consiguiera plenamente su intención, si ésta fue la de dejar adivinar la tempestad de una violenta agitación por las señales que después de su curso hubo de dejar en la calma.”iii

¿Reflejaba esta figura el momento previo a dar rienda suelta a su ira o el momento en el que decide refrenarla? ¿Había dado comienzo ya al gesto de incorporarse y levantar las tablas y es en ese repliegue posterior donde el artista le quiso representar? Se trata también de preguntarse cuánto esfuerzo requiere emprender un gesto de baile y cuánto esfuerzo pararlo, ya sea pausándolo, ralentizándolo en fade out o parándolo en seco. Se trata de saber que todo es energía, que desde fuera se aprecia el movimiento como la línea que lleva del punto 1 al punto 2 y que nos desplaza. Y este para mí sería un ejemplo de la combustión inicial que requiere, esto es, el chisporroteo que precede a la acción.

Hacía tiempo que no pensaba en ello, y hubiera seguido sin hacerlo si no hubiera sido por una pieza de baile de apenas medio minuto que se ha presentado a sí misma ante mis ojos como ejemplo del dispendio del movimiento que se sucede después de la acción.

Se trata de la introducción de la serie Perfect Couples, una secuencia que pone a todos los personajes a bailar en perfecta sincronía, cada uno con su expresividad y estiloiv. Ver esa miniescena (opening dance) al principio de cada nuevo capítulo resignificaba paulatinamente a los personajes pues iba comprendiéndoles más en cada gesto -al igual que los paisajes, que se descifran con nuestra mirada constante- y también dotaba a la serie de un deseo profundo y cada vez más improbable de final feliz.

Introducción de la serie Perfect Couples

La propuesta fue del productor, Gail Berman y la coreografía de Charmaine Jordan, más conocida como Charm La’Donnv.

El cierre de oro de la serie consiste en dejar un mayor minutaje de este baile tras el final del último capítulo, lo cual nos permite verlos hasta el final de la secuencia, a modo de colofón. Es decir, solo después de la acción dramática se desencadena un movimiento pleno. Si bien, como Freud, ese enigma me llevó a ver el clip una y otra vez, me pregunté cómo vivieron los actores este proceso y lo que he podido leer es que terminó por ser verdaderamente alegre para todos ellos (joyfulvi).

Y es que no hay nada más contagioso que la alegría.

Freud, centrado en la obra de arte y no en el individuo, lo que hace es “observar la estatua como lo habría hecho con un ser vivo, con un paciente cuyo proceso emocional pretendía reconstruir”vii.

Silvia Farida Khan, su humilde lectora, al ver a todos esos familiares e invitados en danza coral sincronizada pero arrebatadoramente personalizada se pregunta aquí si acaso ese momento era anterior o posterior al drama que termina por imposibilitar la acción (la boda que el baile anunciaba). En la trama es anterior ya que de hecho corresponde a los festejos anteriores a la celebración del enlace. Pero el colocar el clip después, al término de los capítulos, les convierte en sabedores tácitos del desenlace a pesar del cual brincan desenfrenadamente. Lo cual es lo mismo que preguntarse si acaso somos más fuertes antes del zarpazo o después, una vez sobrepuestos a la afrenta.

Sea como sea, seguro que habrá un baile para cada momento de la historia.


i Artículo “Cuando el Moisés de Miguel Ángel se contó a Freudhttps://www.finestresullarte.info/es/obras-y-artistas/cuando-el-moises-de-miguel-angel-se-conto-a-freud

ii Obras completas de Sigmund Freud. Tomo 2, página 1879. Editorial Biblioteca Nueva, 1876

iii Obras completas de Sigmund Freud. Tomo 2, página 1879. Editorial Biblioteca Nueva, 1891

iv https://www.netflix.com/tudum/articles/the-perfect-couple-opening-credits-dance

v https://www.charmladonna.com/

vi https://www.radiotimes.com/tv/drama/the-perfect-couple-opening-dance-exclusive-newsupdate/

vii https://www.finestresullarte.info/es/obras-y-artistas/cuando-el-moises-de-miguel-angel-se-conto-a-freud

Silvia Farida Khan

Silvia Farida Khan, es el nombre artístico de Silvia Pascual, especialista bailarina y coreaografa de Danza Oriental.

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