Silvia Destellos

Pertenezco a la época en la que los juguetes se heredaban; no sólo entre familiares, sino también entre vecinos o amigos del colegio. Yo nunca tuve una muñeca original, y de alguna manera lo sabía. Quizá los peluches de mi niñez más temprana sí que fueron “míos” pero no mis muñecas. La televisión nos inundaba de inalcanzables quimeras. Las niñas hablábamos de lo que nos traían para los Reyes, los cumpleaños o los finales de curso, premiados con algo de marca si habías sido buena.

Yo me vanagloriaba de una especie de equilibrio entre el abundante material didáctico -hija de padres maestros como era- y los juguetes a los que dábamos vida cada tarde; todo tenía su momento en el día y lo cierto es que no pedía nada.

Entonces irrumpió la Barbie Destellos, con un vestido de gala que brillaba en la oscuridad si uno se había preocupado de ponerlo bajo la luz artificial durante suficiente tiempo, un tiempo difícil de determinar, como lo es la cantidad de agua que necesita una planta. Su vestido ROSA se convertía en estrellitas de color plata. Así que la pedí y ¡me la regalaron! No pude exhibirla más ni llevarla más veces a las fiestas, bailando a través suyo, cual Jane Austen:

“I shall proceed to inform you that we had an exceeding good ball last night. I am almost afraid to tell you how my Irish friend (Tom Lefroy) and I behaved. Imagine to yourself everything most profligate and shocking in the way of dancing and sitting down together. I can expose myself, however, only once more, because he leaves the country soon after next Friday, on which day we are to have a dance at Ashe after all.“

https://www.lacontradanzainglesa.com/recursos

¡Cómo brillaba mi Barbie! Más tarde comprendí la sutil semejanza entre esa tela transparente, casi áspera, sembrada de topos suaves y rugosos, y la del traje de mi primera comunión, la de la gasa que cubría su escote y mangas. Recuerdo que mi vestido se fruncía en la cintura para abrirse después en un largo y acampanado vuelo y que sonaba al caminar, al moverlo.

Ahora elegimos telas para la próxima actuación de Danzarabic Project y no dejo de sentirlo como una continuación de aquel deseo inicial de mi Barbie preciosa, alegre, dulce, exuberante y plebeya, que sabía de la excepcionalidad de su baile, pero le otorgaba todo el aparataje glamuroso a su alcance, sin escatimar en fantasía. Y es que no es ficción, pero solo funciona si uno se lo toma como si lo fuera, con esa sola licencia.

Creo que siempre he bailado, pero, sobre todo, siempre he querido bailar, porque hacerlo le confiere a la vida una cualidad llevadera, una monotonía soportable, porque siempre viene después esta descarga de júbilo grupal, envuelta en brillos y sudores. El baile en su fisicidad compartida representa un verdadero desahogo para un cuerpo social envestido ya desde su edad temprana en innumerables códigos. Es una manera de definirse, de presentarse en público y por supuesto de tantearse y coquetear, sin necesidad de palabras.

“Los cuerpos pegados, al igual que las mejillas y el contoneo en ritmo adagio, les parecía que los conectaba y los transportaba al espacio íntimo donde querían llegar, sin importar que fuera una intimidad a voces.”

Dennise Gómez García https://revistapurgante.com/2018/10/12/los-vals-de-jane-austen/

Bailar describe así al personaje, a la acción en el relato y también la evolución de esta expresividad corpórea.

“Por su parte, el motivo de la insigne autora no era tampoco la simple ilustración de una costumbre habitual, sino que se servía de la danza como metáfora o como parte de la acción para describir las relaciones entre los personajes y muy significativamente su carácter individual. Como ya hizo Shakespeare en el teatro, Jane Austen compara o establece una relación entre la evolución de determinadas danzas con la evolución de la vida en pareja en general”.

Dennise Gómez García https://revistapurgante.com/2018/10/12/los-vals-de-jane-austen/

Y aquí cierro el recuerdo de mi brillante alter ego. Luego llegó el baile de verdad, el adulto, pasando por una India a la que fui y de la que no he terminado de volver. Y llegó Bollywood, que llevó la metáfora al extremo incluyendo sus despampanantes números en la narrativa cinematográfica. Pero esa, es otra historia.

Silvia Farida Khan

Silvia Farida Khan, es el nombre artístico de Silvia Pascual, especialista bailarina y coreaografa de Danza Oriental.

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