Silvia Farida Kahn recomienda la película Rojo oriental

Este verano me encontré con varias joyas de películas en la Biblioteca Pública de Castilla León, en Valladolid, ciudad de la SEMINCI. De entre ellas destaco aquí Satin Rouge, dirigida por la directora y guionista tunecina Raja Amari en el año 2002.
Es una película incuestionablemente vigente en el 2023, bonita y verdadera, que muestra la belleza y la armonía del cuerpo en la vida cotidiana, el componente celebrativo y lúdico que albergan las tareas y acciones diarias y el tedio que generan al cabo del tiempo. Habla de nuestra operatividad y sociabilidad en contraste con la vivencia, íntima y también social, de nuestro erotismo. Siendo estas cuestiones universales, la película abre también la puerta de los cabarets nocturnos donde se practica allí, con música en directo.
«Siempre he querido hacer una película que gira en torno a la danza del vientre. Me formé durante muchos años como bailarina de danza del vientre en el Conservatorio de Túnez [Instituto Académico de Danza de Túnez]. También crecí viendo musicales de la época dorada del cine egipcio de los años 40 y 50 que aún se transmiten en la televisión hoy. Mi madre y yo amamos a la conocida bailarina del vientre Samia Gamal y al cantante Farid al-Atrash«. -Raja Amari, Entrevista con Bouziane Daoudi en Zeitgeist Films
Rebecca Hillauer (2005). Encyclopedia Of Arab Women Filmmakers. American University in Cairo Press. pp. 370-75. ISBN 978-977-424-943-3.
La directora es, en este caso, conocedora de la danza oriental y como tal plantea cuestiones verdaderamente sutiles desde el punto de vista de la práctica:
– ¿Cuántas vidas llevar al mismo tiempo? Esto nos lleva a contar o no que bailamos y que bailamos ESTO, o lo que es lo mismo, a identificarnos o no como bailarinas de danza oriental en el resto de los ámbitos de nuestra vida.
– ¿Seguir la música o la historia? En cada momento de la ejecución se presentan estas decisiones, del mismo modo que puede entre la percusión y la melodía, se elige si seguir nuestro propio impulso creativo o ceñirnos a la evolución de la música y a su elocuencia.
– ¿Expresarse o comunicar? Este es uno de los momentos más emocionantes de la película. A veces creemos que «lo hemos hecho muy bien» cuando en realidad lo que hemos hecho ha sido lo que nos ha apetecido, desconectando del contexto.
La película nos recuerda que las artes escénicas tienen un elemento interpretativo ineludible y que la atención debe oscilar entre lo que ocurre dentro y fuera de nosotros y nos recuerda también que la vida sigue, que si bien podemos encontrar en la danza una visión, un disfrute y una fortaleza extras, nada será necesariamente más justo ni bello ni fácil tras esa conquista.
¡Espero que os guste!

